La geopolítica de los semiconductores

Después de la falta de semiconductores en la industria automovilística estadounidense, Joe Biden firmó una orden ejecutiva presidencial para revisar las cadenas de suministro de componentes esenciales entre ellos los semiconductores. Si no queréis leer la orden ejecutiva tal cual podéis leer su resumen.

En la orden Biden dice de estudiar y replantear en los próximos 100 días las cadenas de suministros estadounidenses en ingredientes farmacéuticos activos, minerales críticos, semiconductores y baterías de alta capacidad. Para ello exhorta a las agencias gubernamentales a estudiar las cadenas de suministro y valorar cambios en ellas. Para ello fomenta estudiar la industria interna y la posibilidad de afianzarla para mejorar las cadenas de suministros.

El problema de Estados Unidos es que a pesar de ser una industria en la que han sido siempre punteros, la de los semiconductores, cada vez más dependen de fábricas en el extranjero para su producción. Fábricas que en muchos casos no son propiedad de empresas estadounidenses si no de terceros países. Y ahí entra la geopolítica del asunto.

Las empresas de semiconductores estadounidenses recibieron la noticia de la orden ejecutiva de Biden con una nota de prensa  que le instaba a mejorar las ayudas para instalar fábricas de semiconductores en EE.UU. como hacen en otros países. En la nota de prensa citan la caída de la fabricación de semiconductores en EE.UU. del 37% de la producción mundial en 1990 al 12% actual. Además le instaban a regar con fondos federales la iniciativa parlamentaria CHIPS for America. El texto de la iniciativa en PDF.

Además de todo esto, fabricantes extranjeros han decidido invertir en plantas de semiconductores en EE.UU., Samsung y TSMC han decidido construir dos nuevas fábricas de semiconductores. Samsung en un sitio por determinar entre Arizona, Nueva York o Texas y TSMC en Arizona. Samsung invertirá en la fábrica 17.000 millones de dólares y TSMC 12.000 millones de dólares. La inversión es grande, ahí tenéis la razón por la que la crisis de la falta de semiconductores no es fácil de solucionar. Además se espera que las fábricas estén funcionando en 2023, por lo que no es un problema que se solucione de un día para otro.

Como veis una potencia como Estados Unidos tiene que apoyarse en aliados como son Taiwan y Corea del Sur para mejorar su industria interna, ya que estos dos países junto con Japón son los punteros en el desarrollo de semiconductores actualmente.

Todo esto tiene una razón y es la especialización de la industria de los semiconductores. Hay empresas que se dedican al diseño de microchips y empresas que se dedican a la fabricación de microchips, siendo cada vez menos las empresas que tienen el ciclo completo de diseño y fabricación de microchips. Empresas que diseñan microchips pueden ser Amazon, Apple, AMD o Nvidia, mientras que las que fabrican suele ser TSMC o SMIC, mientras que Samsung,Intel o Renesas son de las pocas empresas que hacen el ciclo completo.

Intel, la antaño lider de la innovación en la industria de los semiconductores, ahora se encuentra en una posición retrasada ya que sus chips se basan en arquitecturas de 10 nanómetros mientras que sus competidores usan arquitecturas de 5 y 7 nanómetros. Apple hace su M1 con tecnología de 5 nm y AMD y Nvidia sus chips con 7 nm.

A todo esto, os preguntaréis qué hace China, la nueva superpotencia mundial. China tiene SMIC, una fábrica de semiconductores hecha a partir de tecnología europea y taiwanesa que fabrica semiconductores para todo el mundo. SMIC tiene tecnología de 14 nm, no muy moderna pero suficiente para la mayoría de los propósitos.

China quiere que el 70% de la fabricación de semiconductores para sus fábricas se realice en su territorio para 2025, lo que viene a ser convertirse en el país puntero en semiconductores para esa fecha. Esa iniciativa se llama Made in China 2025, sitio oficial en inglés. Esta iniciativa es ambiciosa pero significa que China va a mejorar la capacidad de producción de sus fábricas de semiconductores y aminorar la dependencia de China de las fábricas de semiconductores de Taiwan, Corea del Sur y Japón. Todo esto se aceleró con la presidencia de Donald Trump y los cortes de suministros a Huawei por parte de empresas estadounidenses.

A pesar de todo esto, China no tiene todavía una industria propia de semiconductores, le falta una Intel o una AMD propia, ya que Lenovo depende de los procesadores fabricados por estas dos. Además los intentos por entrar en este mercado como los procesadores Loongson se han quedado en anécdotas con poco impacto real en la industria.

En definitiva en los próximo cuatro años vamos a ver una lucha por el poder entre China y Estados Unidos en el campo de lo semiconductores.

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